domingo, 5 de abril de 2009

¿QUIÉN ME SEPARÓ?

Los acontecimientos son inesperados. Y lo que pasa causa asombro y temor en los que conocen sobre el tema y comparan sus estadísticas y nada cuadra ya en sus pronósticos por tanto tiempo elaborados. La naturaleza se ve esquiva y lanza una carcajada a escondidas. Los especialistas pronuncian altivos como buen oráculo que esto se dará en este plazo fijado por ellos. Y la naturaleza les acalla la boca para que no siga gritando más sandeces, contradiciendo sus dichos, sacudiendo sus análisis y volviendo obsoletos sus instrumentos que emplean en observarla y medirla. Ahora ya no hay seguridad de nada, los acontecimientos se dan más rápido. Volcanes que ingresan en erupción más continuamente, como visitantes que sólo anuncian su llegada pero dejan para después, al final de la fiesta, el espectáculo mayor; para danzar simultáneamente. Desastres, temblores, lluvias torrenciales, desbordes de ríos, temporales de frío, sequías, vientos huracanados, calor sofocante. Siempre hubo todo esto, pero ahora es más constante y el intervalo de tiempo en que se presenta uno de la otra, ya nos es décadas, son sólo de semanas, días y horas. Será esto producto de la naturaleza, que se rasca de la picazón que le causamos con nuestra civilización, o un aparato artificial que altera el útero de nuestra madre naturaleza, para conveniencia de unos pocos que ven que el control se les está resbalando de la mano.
Nos llegan hoy con vientos del sur antártico, que lo que hace unas semanas decía que no se iba producir en breve tiempo, termino por pasar. Cortando el cordón umbilical que lo unía a la Antártica y dejando a la plataforma Wilkins a la deriva. Sin destino ni puerto conocido. Precipitado a la fragmentación y al derretimiento total, que nos es el morir si no el cambiar de estado, como todo en la naturaleza. Pero para nosotros tiene que ser como un anuncio, un cartel que tácitamente nos dice “ahí viene”.

A continuación la noticia.

La ruptura del último eslabón que la mantenía sujeta a tierra firme acelerará su desintegración
REUTERS / ELPAÍS.com - Oslo / Madrid - 05/04/2009

La placa helada Wilkins ha perdido el último eslabón que la unía a la península antártica. El puente de hielo que la mantenía sujeta a tierra firme -la placa flota sobre el océano- se ha roto este sábado, han informado los científicos que vigilan la zona desde que detectaron los primeros efectos del calentamiento global. La ruptura de este puente supone que la Wilkins ha quedado a la deriva y que su desintegración es inminente.
"Es increíble cómo se ha roto esta porción de hielo. Hace dos días, estaba intacta", ha asegurado David Vaughan, del Centro Británico de Investigación Antártica, a la agencia Reuters tras observar una imagen de la placa tomada por el radar del satélite europeo Envisat.
La ruptura del puente ha liberado un conjunto de icebergs. La pérdida de esta porción helada, que medía casi 100 kilómetros de ancho en 1950, va a provocar que las corrientes oceánicas aceleren la desintegración de la Wilkins, que estaba unida a las islas Charcot y Latady y que comenzó a sufrir un extraordinario retroceso en la década de los noventa.
La placa Wilkins había sido estable durante el siglo pasado. Los científicos investigan ahora qué procesos están interviniendo en las fracturas de placas heladas en la zona, asegura la Agencia Europea del Espacio (ESA), que recuerda que en los últimos 50 años la temperatura media ha subido 2,5 grados centígrados. Otras nueve placas se han roto o retrocedido en la Antártida en el último medio siglo, como la Larsen A en 1995 o la Larsen B en 2002, modificando bruscamente los mapas del continente helado.

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